Es de noche.
El agua cae sobre nuestras cabezas, fría como el hielo.
Tu estás enfrente de mí y puedo ver como las gotas resbalan por el cuello de tu chaqueta.
Nos miramos a los ojos sin ni siquiera parpadear, como si se parara el tiempo.
Tus ojos son grandes y del color de la miel.
Me reflejo en ellos mientras los miro, como si pudiera ver hasta el fondo de tu alma.
Me agarras de la cintura y me acercas hacia ti.
Me besas y yo me pierdo en tus labios.
Luego me apartas cariñosamente y sacas una cajita pequeña.
Dentro hay un precioso colgante dorado con una pequeña mariposa que se tambalea en el centro.
Me lo pones con cuidado y nos abrazamos riéndonos.
De pronto todo se desvanece, ya no hay nada.
Escucho el sonido de la lluvia, pero está todo oscuro.
Miro a la derecha, hay una ventana y una mesita de noche. Es mi cuarto. Todo a sido un sueño.
Voy al cuarto de baño a enjuagarme las lágrimas y me miro al espejo.
Veo algo en mi cuello, lo toco.
Es un colgante dorado con una pequeña mariposa en el centro.
No ha sido ningún sueño.
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